lunes, 17 de enero de 2011

Maestros de la fotografía: Hiroshi Hamaya




HIROSHI HAMAYA





En esta ocasión hablaremos de un fotógrafo japonés cuyas fotografías han tenido mucho que ver en mi amor por la fotografía. Aunque he visto muchas fotografías tan buenas como las suyas y mejores, desde que conocí su trabajo siendo un adolescente, siempre me ha impactado.

Con todos ustedes, Hiroshi Hamaya, el “fotógrafo del cielo”.

Hiroshi Hamaya nació en Ueno, un popular barrio de Tokio en el año 1915 y falleció en dicha ciudad de en 1999. Tuvo una infancia feliz, rodeado del cariño de sus padres y de sus tres hermanos y dos hermanas.

En su infancia, los barrios de Ueno y Asakusa abundaban los centros de diversión tales como las salas de teatro y los cines. Hiroshi acudía con frecuencia al cine junto a sus hermanos mayores. Muchas de las cosas que descubría en esas salas de cine despertaron su curiosidad, que con el pasar del tiempo crecería más.
A la edad de 8 años, en 1923, sobrevivió al gran terremoto que asoló la región de Kanto. Aquél desastre desencadenó una serie de acontecimientos en Japón que también afectó a la familia Hamaya. Y tan afectada estaba que se veían a trasladarse continuamente de un lugar a otro, así hasta siete veces..

Cuando tenía 15 años recibió una cámara fotográfica Brony como regalo de un amigo de su padre, que además le enseñó a usarla. En aquellos días la fotografía ni siquiera era considerada un “hobby”, pues las cámaras estaban al alcance de muy pocos debido a su gran precio. Pero su padre vio la pasión que había entre su hijo y la cámara y le permitió dedicarse a la fotografía.

Hiroshi acababa de descubrir un mundo completamente nuevo para él, que le ofrecía experiencias nunca antes vividas.

A continuación, lo que el propio Hiroshi dijo en cierta ocasión al respecto.

“Fue en marzo de 1930 cuando hice mi priemra fotografía. Recuerdo bien la fecha, porque aún conservo un diario de aquella época. Fotografié primero a mis familiares, luego a los vecinos, a los amigos, la reconstrucción de los barrios dañados por el terremoto de 1923,  la fiesta por la reconstrucción del barrio de Ueno, el acto organizado por el periódico Asabi y el desfile infantil de máscaras. En Julio de aquel año estuve también en las playas de Shonai y Oiso. Me acostumbré a retratar a mi familia porque era un tema fácil para un principiante y además así podía recopilar recuerdos de todos ellos. Hice lo mismo con mis vecinos, que me daban su opinión sobre las fotografías y me mostraban un gran aprecio. Después me apeteció captar los acontecimientos del barrio, las fiestas, las celebraciones. Por último, empecé a visitar sititos que no había visto nunca para captar con la cámara cosas nuevas. No conservo ni los negativos ni las fotogrfías que hice entonces, por lo tanto solo puedo acordarme de haber fotografíado los barrios reconstruidos, las fiestas, ect., por lo que escribí en mi diario. Si conservara todavía las fotografías que hice, podría recordar todo esto y también todo lo que no fotografié. Estaba tan concentrado con la cámara que no puse atención en el modo en que se desarrollaban las cosas. Las veía únicamente a través del visor. En general, los recuerdos se graban contemplando y percibiendo los ojbejots a través de los sentidos: objetos-sentidos-recuerdos, pero para un fotógrafo este proceso memorístico está vinculado a la cámara: objetos-vista-cámara fotográfica-fotografías (recuerdos). La concentración en la propia tarea predomina sobre la atención hacia las cosas que se están fotografiando. En ocasiones, su visión tiende a limitarse a lo que percibe a través del visor”.

Con 18 años, tras terminar la educación secundaria, entró en el departamento de fotografía del laboratorio de aviación.

Hirosi también explica por sí mismo como recuerda aquello, según se registra en “El rostro de la tierra”.
“En 1933 saqué el título de bachiller y fui admitido en el departamento de fotografía de Aviación. Al poco de empezar en mi nuevo trabajo, hice el primer vuelo sobre el barrio de Ghinza con la misión de hacer unas tomas con una cámara grande. Tuve la sensación de que tanto el avión como la cámara me estaban comunicando un nuevo sentido de la vida. Me concentré tanto en el trabajo que sentí por primera vez la tensión que había en mi interior, y me convencí de que esa iba a ser mi profesión definitiva. Durante este primer vuelo se me ofreció una visión del mundo que nunca hubiera podido lograr desde el suel. Me produjo tal satisfacción que decidí que debía seguir aprendiendo y trabajando en este campo que tantas perspectivas y posibilidades me ofrecía. Sin embargo, tres meses más tarde el departamento de fotografía tuvo que cerrarse debido a que el trabajo que realizaba era demasiado vanguardista para la época. Fui contratado por la Orienta Photo Industrial Co. Y en cuatro años de trabajo aprendí todos los secretos de la ténica fotográfica.”.

En el año 1937 comenzó a ejercer como fotógrafo independiente (o freelance). Dos años más tarde, en 1939, conoció al antropólogo Keizo Shibusawa, quien le animó a realizar un estudio etnográfico sobre las costumbres y tradiciones sobre el año nuevo en los pueblos de la prefectura de Niigata.

Entre 1940 y 1942 viajó por toda Manchuria y China, hasta que fueron invadidas por Japón en la segunda guerra mundial. Tras la guerra siguió fotografiando, esta vez en el norte del país nipón, donde realizó su famosa serie de fotografías titulada Pueblo en la nieve (Village in the snow).

A partir del año 1950 comenzó a documentar la vida en las grandes ciudades, sin dejar de realizar reportajes sobre la vida rural japonés.

En 1969, Hamaya fue el primer fotógrafo asiático que se unió a la prestigiosa agencia Magnum.

Quizás sus obras más conocidas sean Yikugumi (1957), Niños de Japón (1959) y Mujeres en Japón (1976).

Llegó al final de su vida el 6 de marzo de 1999 en Tokio.


Como una curiosidad, un famoso poeta japonés llamado Daigaku Horiguchi definió con las siguientes palabras a Hiroshi: "fotógrafo del cielo", 












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